Más de lo
mismo
Publicado en Los Andes, martes 10 de febrero de 2004
Doctor Alberto Montbrun
Escuela de Gobierno
Universidad Juan A. Maza
Einstein decía
que ningún problema puede resolverse desde el mismo modelo
mental en que se ha generado. Con esto quería expresar que sin
un cambio de perspectiva o enfoque, es imposible solucionar
una situación crónica. En materia de seguridad se sigue
apostando obsesivamente al “más de lo mismo” (típico ejemplo:
más policías o más autos) sin darse cuenta que los mismos
argumentos que expresan se vuelven en contra. Dicen que
Mendoza tiene pocos policías y hay que ponerse a la altura de
Buenos Aires o la Capital Federal, pero precisamente esas son
las peores jurisdicciones de criminalidad del país, lo cual
demuestra que más policías, sin cambios sistémicos, no es
solución de nada.
También se escucha la queja por la plata, cuando el incremento
presupuestario de la seguridad ha sido, en los últimos años,
excesivo. En 2001 el presupuesto ejecutado fue de ciento
cincuenta millones de pesos. Este año, el presupuesto asignado
supera los doscientos veinte. ¿Quién se hace cargo de cómo se
gasta semejante cantidad de dinero? ¿Quién evaluó cómo se ha
gastado hasta ahora?
Mientras tanto, miles de policías sobreviven desasistidos por
el Estado, y con una sobrecarga laboral extenuante motivada
por la venta de servicios, única estrategia que les queda para
redondear un ingreso decente. Esa sobrecarga les impide
capacitarse en nuevas modalidades y descansar un poco. Ni un
solo policía debería incorporarse sin asegurar primero
condiciones dignas a los actuales. Pero ese problema no se
arregla con mitigaciones, sino con una reconversión integral
del sistema, y por ahora eso no aparece.
También se cometen errores estratégicos. Una cosa buena del
acuerdo de 1998, fue la creación del Instituto Universitario
de Seguridad, encaminado a formar profesionalmente a los
nuevos policías, en una tendencia que es mundial. Se busca que
un policía sea más parecido a un médico, diagnosticando y
operando las situaciones de disfunción social, que a un
sargento del ejército. Pero esto no se entiende. Entonces, se
insiste en la perversa práctica de incorporar policías con
apenas seis meses de instrucción, cuya preparación no se
condice con el nivel de exigencia que la actual delincuencia
plantea y que además tendrán problemas para incorporarse a la
carrera formal.
En suma, hasta ahora los anuncios no son sino más de lo mismo.
Ahora bien, cabe preguntarse: Si uno hace lo mismo, una vez y
otra vez, ¿por qué los resultados van a ser diferentes?
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