¡Malditos
abogados!
Diario Los Andes, 3 de mayo de 2007
Dr. Alberto Montbrun
Nos matan las balas de los delincuentes
pero también nos matan las palabras.
Qué buena noticia para los entrañables
líderes que nos vienen gobernando desde hace años – tan
deportistas, tan participativos, tan familieros, tan
mendocinos – que hayamos descubierto ahora que la culpa de la
delincuencia y la inseguridad no la tienen ellos.
No la tiene el gobernador, por supuesto,
que hace un año y medio dijo que tomaba personalmente a su
cargo la política de seguridad y ahora, mientras la delega
nuevamente, sale a exigir la urgente aprobación de leyes que
él mismo había vetado o que invaden todavía más nuestra propia
seguridad personal.
No la tiene el Ministerio de Seguridad, que
ha dejado a la policía desasistida, sobrecargada laboralmente
hasta lo indecible y confundida por disposiciones, órdenes,
estrategias y jefes que cambian de la noche a la mañana, al
tiempo que se va llenando de punteros políticos cuya
ignorancia en el tema sería cómica si no se pagara con
muertos.
No la tienen la Bicameral de Seguridad ni
la Legislatura, que han desertado desde hace años de su
crucial función de fijar y supervisar una política de Estado
en el tema y sólo parecen dedicarse a alimentar la hoguera de
las vanidades, levantando críticas o propuestas demagógicas.
No la tiene el sistema educativo, que
expulsa a miles de chicos de las escuelas públicas porque no
es capaz de detectar y encauzar la elemental información de
que no todos los chicos son iguales, de que hay chicos con
graves problemas y carencias, de que hay chicos que vienen
masticando violencia desde que nacieron y que el Estado sólo
parece acordarse de ellos cuando los mete en el COSE o les
mete una bala.
No la tiene el Ministerio de Desarrollo
Social, que está fallando groseramente a la hora de prevenir
la emergencia de conductas disfuncionales en los sectores de
riesgo y sólo parece dedicado a estrategias dadivosas y
clientelistas, que operan sobre los efectos y no sobre las
causas, retroalimentando el círculo del paternalismo y la
pobreza.
No la tienen los municipios, reacios a
aceptar su parte de responsabilidad en la gestión de la
seguridad ciudadana y que sólo exhiben respuestas espasmódicas
e improvisadas que duran lo que los funcionarios de turno.
No la tiene el sistema judicial, enfrentado
al Ejecutivo en un conflicto desgastante y estéril y
presentando la grave situación de que a muchos jueces, tan
celosos de su merecida intangibilidad salarial, no se los
encuentra en el trabajo después de las tres de la tarde.
No la tienen los partidos políticos, que
clientelizan a las personas carenciadas de barriadas pobres a
cambio de un conchabo o un plan social en vez de preocuparse
por el desarrollo personal de las mismas y su real acceso al
bienestar y a la dignidad, mientras sus líderes se van a vivir
a barrios privados y a estrenar la 4 x 4.
No la tienen los medios de comunicación –
sobre todo la televisión – que en lugar de promover el
conocimiento, la cultura y el buen gusto nos agobian
cotidianamente con procacidades, pornografía y
sensacionalismo, fortaleciendo en el colectivo social la
cínica convicción de que lo mismo un burro que un gran
profesor.
Y no la tienen tampoco, seguramente, los
miles y miles de ciudadanos indiferentes, que antes de
comprometerse en una causa pública – sea su unión vecinal, una
ONG, el hambre o la pobreza en Africa o en el pedemonte –
prefieren quedarse a la noche fagocitándose las neuronas con
Tinelli o El gran hermano, hasta que el delito les pega
cerca y entonces espabilan y salen a pedir justicia.
¡No! ¡Ninguno tiene la culpa de la
inseguridad en Mendoza!
La culpa la tienen los abogados que se
ocupan de defender los derechos humanos.
Pero haberlo sabido antes, che.
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