DR. ALBERTO MONTBRUN

"El paradigma fundamental que domina nuestra política es el paso de una democracia representativa (madisoniana) a una democracia directa (jeffersoniana)."

Dick Morris: "El nuevo príncipe"

 
domingo, 20 de septiembre de 2009
De los medios a los miedos, pobre democracia

Por Alberto Montbrun - Abogado

Cuando la presidente1 Cristina rescató valientemente los goles arteramente secuestrados por los esbirros de la dictadura –previo pago de altísimo y doloroso rescate– me sentí más desorientado que chupete en la oreja. Pensé que ya lo había visto todo. Sentí también que el desmadre emocional de la pareja presidencial sumado a la falta de creatividad e iniciativa de la oposición, han convertido lo que podría haber sido un gran debate en un triste cruce de acusaciones y reproches, con futuro incierto.

La ley de medios de comunicación es definitivamente una de las grandes deudas de la democracia. Muchos proyectos se han presentado. Durante años se desarrollaron en casi todas las provincias foros y debates encaminados a la reforma del antiguo y sistemáticamente violado marco legal sobre medios de comunicación de la dictadura militar. (Que sea de la dictadura debe ser tomado con pinzas. En Mendoza la ley de partidos políticos es de la dictadura y la Legislatura no parece haberse inquietado mayormente por modificarla.)

Frente al desafío de la pareja gobernante de presentar de una vez por todas el debate, la respuesta de la oposición ha sido exactamente la misma que ejercía en los años de Menem: enojarse, histeriquear, no dar quórum, no asistir a las reuniones de comisión, no participar de las audiencias, no interrogar y dialogar con los que concurren a exponer, no producir despacho de los proyectos, oponerse a todo, criticar todo, decir que no, que no y que no. TN, todo no.

Ante la creativa y progresista propuesta de postergar el debate hasta diciembre le pregunté a un legislador nacional si en caso de primar tan sensata postura pensaban no cobrar el sueldo hasta entonces. Un poco desconcertado me dijo que tenían otros temas importantes para discutir así que podían seguir cobrando. Inútil fue preguntarle qué podía ser más importante que la ley de medios, salvo la ley de presupuesto, que se trata normalmente entre noviembre y diciembre y para la cual, siempre tan originales, ya piensan pedir que se postergue su tratamiento.

Al final hay que terminar reconociendo que más allá de su escalofriante hábito de prepotencia y malos modos los K son los únicos que parecen tener iniciativa.

Los radicales no terminaron de arreglar con Cobos y ganar las elecciones para volver a practicar las viejas y tradicionales prácticas cívicas que tanto los han prestigiado: hacer miles de fichas de afiliación, promover el clientelismo y los punteros y despedazarse con entusiasmo entre ellos, sin advertir que muchas de esas actividades son despreciadas por la gran mayoría del colectivo social.
En el medio se ven cosas que serían desopilantes si no cuestionaran el pobre papel de los líderes de la democracia frente a la omnipotencia de los medios. Jaque y Racconto, pobres, se iban haciendo cada vez más chiquititos y calladitos durante el discurso de Daniel Vila sobre “la peor violación de la Constitución desde el golpe del 76” (¿será para tanto, Daniel, te parece?) demostrando que ni de un lado ni del otro hay ideas o propuestas superadoras.

Si uno se olvida un ratito de la pelea menor entre políticos y analiza los proyectos que durante la democracia presentaron legisladores de todos los partidos para regular el tema, advierte rápidamente que las diferencias son más de forma que de fondo. Pablo Fondevila, Margarita Stolbizer, Hector Polino, Silvia Vazquez, Claudio Lozano, Horacio Alcuaz, Silvana Giudici, Roy Cortina – es decir peronistas, socialistas, radicales K, radicales comunes, del ari, conservadores, provinciales, etc. – presentaron en la última década proyectos muy parecidos y son muchas más las coincidencias que
las disidencias. Sin embargo, el Congreso jamás pudo debatir el tema…¿por qué será? ¿a alguien le interesa que no haya un marco regulatorio y la cosa siga discurriendo por el discrecional camino de lo fáctico y de los hechos consumados? Resuelva el lector.

A ver, coincidencias en los proyectos: los veintiún puntos de la iniciativa ciudadana para una ley de radiodifusión democrática; la reserva de un porcentaje del espectro para comunicación pública no gubernamental; la imposibilidad de que los monopolios de servicios públicos sean titulares de licencias; las restricciones a las telefónicas para que ingresen al negocio; la posibilidad de que municipalidades, provincias y universidades accedan a licencias; las restricciones a la extranjerización de los medios; la temporalidad de las licencias y el concurso abierto para acceso a las mismas; los topes al otorgamiento de licencias y las audiencias públicas para sus prórrogas presentan en todos los proyectos matices similares y diferencias menores.

El perfil estatal de la autoridad de aplicación también aparece siempre, pero es el tema en el cual existen las mayores divergencias.

El problema entonces no es la ley de comunicación sino la incapacidad de la dirigencia política de enfrentar espalda contra espalda a los monopolios del sector. Desde que volvimos a la democracia, los políticos sucumbieron – una y otra vez – a la presión de los monopolios de prensa. Una foto, un comentario laudatorio, un reportaje, un espacio en la tele, una primera plana o lo que fuera a cambio del prolijo agachar la cabecita y claudicar.

Qué pena que ante la oportunidad histórica de debatir la nueva ley aparece, de un lado, la prepotencia y el apuro y del otro una falta total de alternativas, salvo postergar, asustar y consolidar el status quo.

Terminamos pasando de los medios a los miedos. Pobre democracia.

1
En idioma español los sustantivos terminados en “e” son neutros al género, aunque la presidente no lo sepa. Con los adjetivos, la regla es similar. La presidente ¿es ineficienta o ineficiente? ¿inteligenta o inteligente? ¿ignoranta o ignorante? Usted decide.